jueves, 5 de septiembre de 2013

5 Conócete a ti mismo

Este blog propone un proceso de cambio paulatino. Si es tu primera vez, lee la entrada del 31/8 y luego sigue la cronología. Las entradas correlativas irán dando pistas para conseguir el objetivo que nos proponemos: liberarnos de una vez por todas de la necesidad irracional de comer que nos lleva a tener un cuerpo que no nos proporciona la felicidad que nos merecemos. 

Wikipedia:
La frase atribuida a diferentes filósofos puede referirse, al ideal de comprender la conducta humana, moral y pensamiento, porque comprenderse uno mismo es comprender a los demás también y viceversa, sabiendo que somos todos pertenecientes a la misma naturaleza.
Aprender el verdadero significado de la frase conlleva inevitablemente a verse uno mismo como ser humano ante la verdad, que es lo que es, y descubrir nuestras miserias, cómo nos engañamos y mentimos para alimentar nuestro sufrimiento interno. En latín  se expresa como Gnosce te ipsum.


Esto no es broma

¡Hala, que seria me he puesto! Sí, me he puesto seria porque esta es una cuestión seria. 
¿De qué me valen tantos libros, cursos y dietas, si no estoy feliz conmigo misma, si cuando me pongo frente al espejo me siento culpable, avergonzada, infeliz con el vehículo que conduce mi alma? Tenía un coche perfecto cuando era pequeña y el tuning que le he hecho lo ha convertido en algo enorme que ya no me gusta y me lleva donde no quiero ir.


Adicciones

En una reunión dije una vez que a veces me sentía como un bebedor compulsivo: veía la comida y no podía evitar comer aunque estuviese llena hasta las orejas. Incluso me daban los temblores si no comía algo inmediatamente. La gente se me quedó mirando como si estuviese loca. ¡Eh, no será para tanto! Pues sí, lo es. Es muy importante para mí y para ti también cambiar el chip de una vez por todas.

No es una cuestión de estética solamente. No nos engañemos. Hay gorditas muy sexy y está bien que nos pongamos guapas; tampoco es cuestión de que vayamos hechas un asco porque tengamos que llevar tallas grandes, pero dudo que por más que lo diga de la boca para afuera, una gordita esté feliz con su cuerpo. Si tiene los kilos que tiene, es que algo está fallando y si algo falla es que uno está a merced de su mente. Comer en exceso nos hace caer en una espiral de culpa, autocompasión, tristeza y rabia que no justifican el placer que nos causó el atracón de chocolate, de helado o de restos fríos sacados de la heladera.


Otro estilo de lo mismo

A veces no son atracones, sino un constante rumiar, como menciona Orizzle en su comentario a la entrada anterior. Un continuo masticar cuando uno está cocinando, desde el “probar a ver si le falta sal” cuarenta veces innecesarias porque con una bastaba, pasando por chupar la cuchara cuando vaciamos el vaso de la licuadora y lamer los batidores cuando hacemos una mousse de chocolate, hasta acabarse el trocito de zanahoria que ya no se puede rallar en la procesadora. ¡Epa, no seas exagerada, que la zanahoria es verdura! Miren chicas, todo lo que entra por la boca y que no sea agua alimenta en mayor o en menor medida, así que contribuye a la ingesta calórica del día.

Pero los “puchitos” no se limitan al rato en que estamos cocinando. Suma y sigue: Al recoger la mesa, a la cucharada de ensaladilla rusa que no vale la pena guardar en un Tupper porque es muy poco, se le añaden el pastelito de nata que nadie comió porque era el último y les daba corte (o porque: No gracias, no tengo hambre) y las migas de la tarta de chocolate que quedaron en la fuente y subrepticiamente nos llevamos a la boca cuando estamos metiendo los platos en el lavavajillas o el fregadero. Estos “puchitos” también contribuyen con su trabajo de hormiga a aumentar la cantidad que ingerimos. Y dije “subrepticiamente” porque al igual que el borracho saca las botellas escondiéndolas entre la basura para que su familia no se entere de cuánto ha bebido, comemos todas esas cucharaditas, migas y trocitos a escondidas para que los demás no nos vean. 


¡Tomemos el volante!

Los otros creen que es falta de voluntad, no que un desconocido está conduciendo el enorme cochazo tuneado en que se ha convertido nuestro cuerpo.
Y si no sabemos quién conduce nuestro coche, ¿cómo lo podremos cambiar?

Ya conocemos las seis necesidades básicas del ser humano: seguridad, variedad, amor/conexión, reconocimiento, crecimiento y contribución.

También nos hemos dado cuenta de que con la comida podemos satisfacer momentáneamente las cuatro primeras necesidades: seguridad, variedad, amor/conexión, y reconocimiento.

De esas cuatro necesidades, ¿cuál es las que intentas satisfacer cuando comes? ¿Es seguridad, variedad, amor/conexión o reconocimiento? 

Convierte a tu mente en tu aliada y haz que te ayude en este ejercicio. Recuerda que cuanto más precisa seas más rápido será el cambio. 











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