Este blog propone un proceso de cambio paulatino. Si es tu primera vez, lee la entrada del 31/8 y luego sigue la cronología. Las entradas correlativas irán dando pistas para conseguir el objetivo que nos proponemos: liberarnos de una vez por todas de la necesidad irracional de comer que nos lleva a tener un cuerpo que no nos proporciona la felicidad que nos merecemos.
Para
algunos, es indispensable tener la nevera y la alhacena llenas de comida. Aprovechando
las ofertas “para ahorrar”, compramos de a dos o tres artículos, lo cual reduce el precio por unidad.
Compramos
extra “por si viene alguien”, como si llegado el momento no pudiésemos hacer
una carrerita hasta el chino de la esquina a buscar lo que necesitamos. Acumulamos
de todo: latas, latitas, paquetes, botellas, frascos… Todos llenos, por
supuesto.
Para
nuestra familia hacemos más comida de la necesaria, “así no tengo que cocinar
mañana”, pero al servir nos llenamos el plato y lo comemos rápido, “para que no
se enfríe”. Y luego acabamos con lo que quedaba en la fuente “para que no
sobre”. Si llega a quedar algo, recogemos y metemos todo en tuppers porque
tirar, no tiramos nada.
Imagino
que ya os vais dando cuenta de que así buscamos la seguridad.
Seguridad de que no me falte.